JUICIO y CASTIGO para Eduardo José López y sus cómplices. Dictadura Nunca Más. URGENTE SON IMPRESCINDIBLES LAS EXPULSIONES, FUERA LOS TRAIDORES.

jueves, 9 de julio de 2009

Aquel 9 de julio de 1991

Cada vez que llega esta memorable fecha, la patria Leprosa levanta la frente erguida mas que nunca para gritar a los 4 vientos uno de los orgullos más notables que dejaron su marca en la historia del fútbol argentino.
No es fácil transmitir lo que particularmente me ocurre en cada oportunidad que recuerdo aquel hito, pero sin dudas que fue muchísimo más difícil construir esa historia más que narrarla, por más que la emoción a uno lo invada y no le permita ser claro y detallista.
Dicen que la historia la escriben los que ganan, pero como se sabe hay otra historia: aquella que generalmente escriben los humildes de recursos pero grandes de corazón y de fortaleza espiritual, aquella que transitan los que se alejan de los privilegios y la pelean desde el fango, con tan sólo esas armas que le dan sus principios y la garra del anhelo de sus sueños.
Señores y señoras, hoy más que nunca con la certeza que me dio el tiempo transcurrido, puedo decir que el 9 de julio de 1991 ambas historias fueron escritas por ese puñado de hombres que representaron el legado de Isaac Newell.
Newell’s escribió en la mismísima bombonera la historia del vencedor y paralelamente la historia del humilde y del despojado, la de aquel laburante que se esfuerza día a día para lograr aquel sueño que lo desvela desde siempre. Muy pocas veces se da tal combinación, pero Newell’s ahí fue, vio y venció. Newell’s se vistió más que nunca con la pilcha de glorioso para someter a un rival en su propio estadio, un estadio que si tembló una tarde y que vio a sus jugadores ceder el trono que tenían preparado los poderosos a un equipo íntegramente conformado por hombres que se encargaron de defender la casaca rojinegra.
Mucho se escribió de lo ocurrido en esos 120 minutos más penales dentro de un terreno de juego, y de los primeros 90 minutos jugados en Rosario. Pero vale la pena recordar más aún lo ocurrido fuera del perímetro de juego, donde los partidos no se ganan pero si se inclina la cancha.
La Lepra debió soportar ya desde el sorteo de los árbitros y del orden de los cotejos distintas manipulaciones, rumores y arrebatos. También con el tema de las entradas, donde no se respetaron los acuerdos preestablecidos y miles de Leprosos quedaron fuera del estadio porque no vendían más localidades para la visita. Y por último los “groseros errores” de los árbitros en el partido de vuelta que confabularon durante casi todo el encuentro.
Pero el equipo de Marcelo Bielsa lejos estuvo de perder la batalla, todo lo contrario. A cada injusticia la Lepra respondió con garra. A cada jugada sucia respondió con fútbol y ante el clima adverso y la hostilidad del rival respondió con el aliento de su gente y el despliegue de sus jugadores.
En esa definición todo fue de Newell’s, y si en algunos pasajes el resultado deportivo estuvo en duda por los imponderables del fútbol, no cabía lugar en la historia para escribir un ganador que no fuera Newell’s. Por actitud, por esfuerzo, por trabajo y por sentir la camiseta de la forma que tan sólo un Leproso lo puede sentir y que Marcelo Bielsa le supo inculcar a sus jugadores.
Salud en este nuevo aniversario para aquellos héroes que nos llenaron de felicidad.
Gracias por las manos Colosales del gringo Scoponi, por la aguerrida marca del Garfa, de Poche y el Ciego Fullana. Por los mil y un quites del Chocho Llop. Por el fútbol del Tata, de Saldaña y Zamora. Por el despliegue de Berizzo, las ganas de Domizi y la presencia ofensiva de la Chancha. Por los que hicieron el aguante desde afuera y jugaron pocos o ningún minuto. Gracias al profe Castelli que desde alguna nube nos debe guiñar el ojo con su sonrisa prominente. Gracias a los ayudantes, médicos, utileros, y miembros de la comisión de ese momento y un gracias grandísimo a Marcelo Bielsa que entendió como había que jugar y ganar esa final y lo supo transmitir.
Gracias a todo el pueblo Leproso que viajó y a los que quedaron en Rosario sufriendo por radio o TV por hacer que este recuerdo esté siempre presente. Gracias también a las generaciones que no lo vieron pero se identifican con ese Newell’s luchador y vencedor. Gracias también a los que ya no están pero lo que vivieron tan intensamente como cualquiera de nosotros.
Que nos sirva no sólo para recordar, sino para volver a recuperar la memoria y volver a la senda del éxito.

G.P.
MOVIMIENTO DEL RENACIMIENTO ROJINEGRO

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